Identificaron a un desaparecido nacido en Rosario.
Fue secuestrado por un grupo del Ejército el 4 de enero de 1977 cerca de la UNL, en Santa Fe. Una investigación de la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia y la sangre de sus hermanos y el análisis genético confirmaron su identidad.
Por Juan Carlos Tizziani
Desde Santa Fe
La justicia federal le devolvió el nombre al último de los desaparecidos de la dictadura enterrado como NN en el cementerio de Santa Fe. Tuvieron que pasar 35 años. Es Héctor Marcelo Acoroni. "Pica", como lo llamaban. Un militante de la Juventud Peronista de Rosario, que cayó el 4 de enero de 1977, apenas cumplido los 21, ante un grupo de tareas del Ejército y la Policía, a pocas cuadras de la Universidad del Litoral (UNL). Una investigación de la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia aportó datos clave de fondos documentales, fotos y hasta huellas dactilares, pero fue la sangre de sus hermanos y el análisis genético la que confirmó la identidad. "El Pica era un tipazo, muy carismático y comprometido con la militancia", lo recordó ayer uno de sus compañeros del Colegio Superior de Comercio de Rosario, donde pasó de la UES a la JP.
Era el último de los NN en el Panteón de la Memoria, en el cementerio de Santa Fe. Los restos ya habían sido exhumados en 1984, por el entonces secretario del Juzgado Federal de Santa Fe, Víctor Brusa. Pero quedaron en el olvido en un nicho, junto con otros siete NN. Recién en 1998, y por iniciativa de la ex fiscal Griselda Tessio, la justicia avanzó en la identificación de once NN. Faltaba uno. Y la semana pasada, el juez federal Reinaldo Rodríguez concluyó la pesquisa. "Por las pruebas colectadas en este sumario, principalmente los exámenes genéticos, se ha logrado establecer que los restos que se encuentran en el Panteón de la Memoria corresponden a Héctor Marcelo Acoroni, nacido en la ciudad de Rosario, el 22 de noviembre de 1955. Su muerte se produjo el 4 de enero de 1977, en Santa Fe, donde se encontró su cuerpo en San Jerónimo y Pasaje Larramendi", señaló el juez.
No dice quiénes participaron en el operativo. Pero en el expediente hay pruebas suficientes: era un grupo de tareas integrado por el Destacamento de Inteligencia Militar 122 del Ejército y efectivos del Departamento Informaciones de la Policía santafesina (el D2), en una zona liberada por el Comando Radioeléctrico.
La causa se aceleró el 3 de mayo, cuando la Secretaría de Derechos Humanos aportó un informe sobre la trama de la caída del 4 de enero de 1977, alrededor de las 20, en cercanías de la Universidad Nacional del Litoral. El cuerpo de un joven acribillado apareció en San Jerónimo y Larramendi.
El 21 de agosto declaró ante la justicia Mario Augusto Acoroni, quien confirmó que su hermano se había trasladado a Santa Fe, en octubre de 1976. "La última noticia la tuvimos antes de la Navidad de 1976, cuando recibimos un telegrama que nos decía que iría a Rosario para fin de año. Eso no sucedió", dijo Mario. Le mostraron cuatro fotos del cuerpo encontrado en 1977 aportadas por la Secretaria de Derechos Humanos. Las imágenes son desgarradoras. "Es posible que sea mi hermano", dijo. Y lo describió: "Al momento de su desaparición tenía 21 años recién cumplido, cabello y ojos castaños, cutis blanco, 1.74 de estatura, delgado". El 29 de agosto, el juez Rodríguez ordenó los exámenes genéticos.
Unos días después, la Secretaría de Derechos Humanos remitió al juez un nuevo informe, pero ahora con otra prueba clave: las huellas dactilares de un NN que rescató del Gabinete de Identificaciones de la Unidad Regional I y las comparó con las de "Pica" Acoroni. Eran idénticas.
El 7 de setiembre, el juez Rodríguez realizó la última prueba: el análisis genético realizado por el Equipo de Antropología Forense que permitió establecer "la relación biológica" entre Acoroni y sus hermanos. "En consecuencia, en base a los resultados del estudio documental, antropológico y genético se concluye que los restos estudiados corresponden a Héctor Marcelo Acoroni", concluyó el magistrado.
El legajo de la Conadep dice que "Pica" desapareció el 23 de noviembre de 1976. "No supimos quién suministró esa información. Quizás fue algún compañero", dijo su familia. Ahora, sus hermanos, ya saben que cayó el 4 de enero de 1977 y el crimen sigue impune.
Fue secuestrado por un grupo del Ejército el 4 de enero de 1977 cerca de la UNL, en Santa Fe. Una investigación de la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia y la sangre de sus hermanos y el análisis genético confirmaron su identidad.
Por Juan Carlos Tizziani
Desde Santa Fe
La justicia federal le devolvió el nombre al último de los desaparecidos de la dictadura enterrado como NN en el cementerio de Santa Fe. Tuvieron que pasar 35 años. Es Héctor Marcelo Acoroni. "Pica", como lo llamaban. Un militante de la Juventud Peronista de Rosario, que cayó el 4 de enero de 1977, apenas cumplido los 21, ante un grupo de tareas del Ejército y la Policía, a pocas cuadras de la Universidad del Litoral (UNL). Una investigación de la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia aportó datos clave de fondos documentales, fotos y hasta huellas dactilares, pero fue la sangre de sus hermanos y el análisis genético la que confirmó la identidad. "El Pica era un tipazo, muy carismático y comprometido con la militancia", lo recordó ayer uno de sus compañeros del Colegio Superior de Comercio de Rosario, donde pasó de la UES a la JP.
Era el último de los NN en el Panteón de la Memoria, en el cementerio de Santa Fe. Los restos ya habían sido exhumados en 1984, por el entonces secretario del Juzgado Federal de Santa Fe, Víctor Brusa. Pero quedaron en el olvido en un nicho, junto con otros siete NN. Recién en 1998, y por iniciativa de la ex fiscal Griselda Tessio, la justicia avanzó en la identificación de once NN. Faltaba uno. Y la semana pasada, el juez federal Reinaldo Rodríguez concluyó la pesquisa. "Por las pruebas colectadas en este sumario, principalmente los exámenes genéticos, se ha logrado establecer que los restos que se encuentran en el Panteón de la Memoria corresponden a Héctor Marcelo Acoroni, nacido en la ciudad de Rosario, el 22 de noviembre de 1955. Su muerte se produjo el 4 de enero de 1977, en Santa Fe, donde se encontró su cuerpo en San Jerónimo y Pasaje Larramendi", señaló el juez.
No dice quiénes participaron en el operativo. Pero en el expediente hay pruebas suficientes: era un grupo de tareas integrado por el Destacamento de Inteligencia Militar 122 del Ejército y efectivos del Departamento Informaciones de la Policía santafesina (el D2), en una zona liberada por el Comando Radioeléctrico.
La causa se aceleró el 3 de mayo, cuando la Secretaría de Derechos Humanos aportó un informe sobre la trama de la caída del 4 de enero de 1977, alrededor de las 20, en cercanías de la Universidad Nacional del Litoral. El cuerpo de un joven acribillado apareció en San Jerónimo y Larramendi.
El 21 de agosto declaró ante la justicia Mario Augusto Acoroni, quien confirmó que su hermano se había trasladado a Santa Fe, en octubre de 1976. "La última noticia la tuvimos antes de la Navidad de 1976, cuando recibimos un telegrama que nos decía que iría a Rosario para fin de año. Eso no sucedió", dijo Mario. Le mostraron cuatro fotos del cuerpo encontrado en 1977 aportadas por la Secretaria de Derechos Humanos. Las imágenes son desgarradoras. "Es posible que sea mi hermano", dijo. Y lo describió: "Al momento de su desaparición tenía 21 años recién cumplido, cabello y ojos castaños, cutis blanco, 1.74 de estatura, delgado". El 29 de agosto, el juez Rodríguez ordenó los exámenes genéticos.
Unos días después, la Secretaría de Derechos Humanos remitió al juez un nuevo informe, pero ahora con otra prueba clave: las huellas dactilares de un NN que rescató del Gabinete de Identificaciones de la Unidad Regional I y las comparó con las de "Pica" Acoroni. Eran idénticas.
El 7 de setiembre, el juez Rodríguez realizó la última prueba: el análisis genético realizado por el Equipo de Antropología Forense que permitió establecer "la relación biológica" entre Acoroni y sus hermanos. "En consecuencia, en base a los resultados del estudio documental, antropológico y genético se concluye que los restos estudiados corresponden a Héctor Marcelo Acoroni", concluyó el magistrado.
El legajo de la Conadep dice que "Pica" desapareció el 23 de noviembre de 1976. "No supimos quién suministró esa información. Quizás fue algún compañero", dijo su familia. Ahora, sus hermanos, ya saben que cayó el 4 de enero de 1977 y el crimen sigue impune.
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