Malditos, malditos sean.
No se cumplen aún tres meses del secuestro y desaparición de Santiago Maldonado en manos de la Gendarmería, y después de mentiras, difamaciones, infundios… hoy emerge la verdad de la muerte de Santiago en el cuerpo que asoma en el río.
Desde el 1 de agosto hemos denunciado y hemos exigido Aparición con vida de Santiago Maldonado, porque vivo lo llevó la Gendarmería, y vivo lo reclamamos en cada momento, en cada acto, marcha, concentración, en cada firma, en cada canción, en cada poema, en cada calle, en cada plaza…
Y en tanto, los malditos responsables y cómplices, agazapados y atrincherados en la ignominia, callaban o falseaban.
Malditos por ocultar a Santiago y hace unas horas nomás, arrojar su cuerpo al río.
Malditos por decir que Santiago no era Santiago.
Malditos por decir que se había ido a Chile, que lo habían visto en San Luis... En la dictadura, decían a las madres que su hijxs desaparecidxs estaban en el exterior. Malditos desde entonces los calumniadores y patrañeros, malditos los criminales.
Malditos por decir que la comunidad mapuche a la que Santiago se había unido para resistir la ofensiva represiva, era la culpable de su desaparición.
Malditos por allanar la casa de Santiago y de la familia, mientras manipulaban y destruían pruebas.
Malditos los que publicaron fotos de personas que decían eran Santiago en distintos puntos del país.
Malditos por cuestionar y no escuchar a los testigos, y malditos por decir que se trataba de un extravío y no de una desaparición forzada de la cuál el Estado es responsable.
Maldita la Gendarmería que con todo su armamento avanzó contra los mapuches en sus casas y contra Santiago que allá estaba poniendo el cuerpo y el compromiso contra la injusticia.
Maldito el juez que amparó a los ejecutores mientras tiraba bombas de humo contra la familia y los mapuches.
Maldita la ministra Bullrich y todos sus funcionarios secuaces, maldito el gobierno todo por su silencio infame.
Malditos los políticos que avalaron la desaparición forzada de Santiago con dichos rastreros, o los que miraron para otro lado y se callaron.
Malditos los que intentaron manosear la causa de Santiago con fines partidistas y electoralistas.
Malditos los empresarios que con la protección de diferentes gobiernos quieren usurpar las tierras de los pueblos originarios.
Malditos, malditos los represores, desaparecedores, torturadores de los pueblos, de los más humildes.
Maldito este sistema perverso y asesino basado en el enriquecimiento económico, en la explotación de lxs trabajadorxs, los que generan las riquezas y que jamás podrán disfrutar de la más mínima parte de las mismas.
Malditos todos los que sostienen tamaña pirámide de injusticias, opresiones y ultrajes.
Malditos todos los que no toleran ni permiten otra forma de vida con lazos sociales basados en valores de fraternidad, libertad e igualdad
Pero a pesar de los golpes, de las heridas que nos sangran por tantas y tantos, los treinta mil, estamos y estaremos, nadaremos a contra corriente para continuar abrazando a Santiago, y seguiremos a voz en grito exigiendo juicio y castigo a los responsables, ejecutores y cómplices.
Sólo conocemos la memoria: No al olvido.
Sólo queremos justicia: No al perdón.
Sólo pretendemos dignidad: No a la reconciliación.
Andrea Benites-Dumont
18/10/2017
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