domingo, 22 de abril de 2012

Falleció Irma, integrante de Abuelas. El adiós sin ver a su nieto

Irma Ramacciotti de Molina
El adiós sin ver a su nieto

En Córdoba fue una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo y de Familiares de Detenidos y Desaparecidos. Murió el mismo día en que se cumplía un nuevo aniversario de la desaparición de su hija Lucía, secuestrada cuando estaba embarazada de cuatro meses.

 Por Alejandra Dandan

Irma Ramacciotti de Molina murió el sábado a la noche en Córdoba. Hacía 36 años que buscaba a su hija Lucía Esther Molina, secuestrada en 1977 con un embarazo de cuatro meses. Con Lucía también se llevaron a su nieto Santiago, que había nacido un año antes. Irma logró recuperar a Santiago peleando a brazo partido, como recuerdan sus compañeros, en la Casa Cuna de La Plata, pero nunca pudo saber nada del bebé que debió haber nacido en septiembre del ’77. Ella fue una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo en Córdoba y era hasta ahora una de las pocas sobrevivientes. Formó parte de la creación de la asociación Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas de Córdoba. El sábado, cuando murió, después de una larga enfermedad, se cumplía un nuevo aniversario de la desaparición de su hija.

“Tal vez es una causalidad –dice Sonia Torres, una de sus compañeras, la única sobreviviente de aquellas Abuelas de Plaza de Mayo de Córdoba que comenzaron con la búsqueda de sus nietos–. Ahora, durante la despedida, dije algunas palabritas, y le dije a Irma que tal vez ‘Lucía te vino a buscar el mismo día que se la llevaron a ella; o a lo mejor vos te quisiste ir a encontrarla, porque mirá qué casualidad, a mí me parece que es algo indicativo.”

Irma era maestra y llegó a ser directora de escuela. También era poeta. Para abril de 1977, su hija Lucía estaba en la localidad de Villa Ballester, en la zona norte del Gran Buenos Aires. Con ella estaba su hijo Santiago, nacido en 1976 e hijo de su primer compañero, José Luis Nicola, asesinado el 27 de marzo de 1976. En Villa Ballester vivían con Rodolfo Goldín, su compañero. Militaban en la OCPO (Organización Comunista Poder Obrero). Ella llevaba cuatro meses de embarazo de un bebé a quien pensaba llamar Andrés o Andrea. Los secuestraron el 21 de abril. Los vieron en El Vesubio. A Rodolfo lo asesinaron el 23 de mayo y su cuerpo apareció con el de otras 15 personas al día siguiente, en lo que se conoce como la Masacre de Monte Grande. La página de Abuelas de Plaza de Mayo indica en cambio que Lucía y su hijo o su hija, que debió nacer en cautiverio alrededor de septiembre de ese año, continúan desaparecidos.

“Cuando secuestraron a Lucía también se llevaron a Santiago –sigue Sonia–. Y a Irma no le querían dar a su nieto. Tuvo que luchar a brazo partido hasta que consiguió tenerlo con ella. Lo habían dejado en la Casa Cuna, pero las monjas no se lo querían entregar. Hizo miles de viajes hasta que se les ocurrió devolvérselo, porque eso era una lotería: dependía de quién se había hecho cargo del chico.”

Pese a que no hubo más noticias sobre qué sucedió con Lucía, Sonia está convencida de que no volvieron a llevarla a Córdoba. “No la trajeron –dice–. El genocida de acá, Luciano Benjamín Menéndez, tenía diez provincias a su cargo: a las desaparecidas las hacía rotar de norte a sur para que nunca las pudiéramos encontrar, pero lo que no previó era la constancia que íbamos a tener las madres, que es lógico, ¿no? Si un hijo te desaparece, lo vas a salir a buscar.”

“Las embarazadas de Córdoba fueron más de 22 –recuerda Sonia–, pero militamos pocas abuelas. Con Irma salí muchas veces a buscar a nuestros nietos. Tenía un gran empuje y no la amedrentaba nada. En general, las abuelas somos así: a quien le han robado un hijo no mira los peligros, va adelante en busca de lo que piensa. Nosotras hicimos un pacto de vida con nuestras hijas, que es buscar a sus hijos, y de esa forma reivindicar la lucha por la que ellos murieron. Irma lo tenía muy claro. Hace años que trabajaba para eso.”

La institución Abuelas de Plaza de Mayo de Córdoba manifestó en un comunicado la “profunda tristeza” por su muerte. “Con amor, constancia y esperanza, Irma recorrió cada rincón del país buscando a su hija”, señalaron. En la página de Hijos de Capital Federal, anoche volvieron a hacer oír la carta que aquella mujer le escribió hace tiempo a esa nieta o nieto que todavía siguen buscando. “Querido nieto o nieta, naciste en septiembre como un brote de vida que mitiga el invierno. Han pasado muchas primaveras, sin embargo la más deseada aún no llegó. Con tu hermano te estamos buscando. Hasta encontrarnos, tu abuela.”

Irma tenía otros cuatro hijos. Ellos, y sus nietos, la despidieron ayer en Córdoba. Dicen que hace unos días le pusieron adelante una fotografía de Lucía. “Ay, Lucía”, llegó a decir.

Hace 35 años era secuestrado el creador de "El Eternauta"

"El héroe verdadero de El Eternauta es el héroe colectivo, un grupo humano. Refleja así mi sentir íntimo: el único héroe válido es el héroe en grupo, nunca el héroe individual, el héroe solo", decía Héctor Oesterheld, quien hace 35 años era secuestrado por la dictadura militar.

Héctor Oesterheld, como sus cuatro hijas Marina, Estela, Beatriz y Diana, militó en Montoneros y fue uno de los intelectuales enfrentados al gobierno militar.

Escondido durante meses para huir de los militares, el 27 de abril de 1977 fue secuestrado en La Plata.

Después fue trasladado a distintos centros de detención, entre ellos "El Vesubio", donde la Nochebuena de 1977 fue visto con vida por última vez, escribiendo.

Se dice que fue fusilado en algún lugar de la localidad de Mercedes.

Bajo la dictadura, Elsa Sánchez Beis de Oesterheld, perdió a toda su familia: Héctor, Estela, Marina, Diana y Beatriz, sus dos yernos (esposos de Diana y Estela) y sus dos nietos (los bebés que esperaban Diana y Marina y que sigue buscando desde su militancia en Abuelas de Plaza de Mayo.

Todos desaparecieron sin dejar ningún rastro. De los nueve, sólo pudo recuperar y enterrar el cadáver de Beatriz.

Elsa, en una entrevista a la revista Para Ti, dijo: “éramos una familia fantástica y nos destruyeron de la manera más cruel. Yo no puedo concebir la maldad organizada que vivió este país. Todo ha sido de tal perversión que ninguna persona civilizada puede comprender y que creo que nadie puede querer que se vuelva a repetir. Nueve personas me faltan: mis cuatro hijas, mi marido, mis dos yernos y dos nietos… En fin, lo que ya se sabe”.

Oesterheld dejó su legado: con dibujos de Francisco Solano López y Alberto Breccia, "El Eternauta", que comenzó a publicarse en 1957, es la obra cumbre del cómic latinoamericano que continúa reeditándose y sigue siendo una alegoría de la lucha por la libertad.

Pero no sólo creó El Eternauta, el Sargento Kirk, Sherlock Time, Mort Cinder, Bull Rockett, Joe Zonda, Ticonderoga y Watami fueron algunos de sus personajes.

El poeta, historiador y ensayista Horacio Salas dijo en una entrevista que “la metáfora de lo que le pasó a Oesterheld es esa nevada mortal que cae sobre los escenarios de El Eternauta. Los argentinos, un tiempo antes del 24 de marzo de 1976, sentimos que estaba empezando a nevar mortalmente”.

“Cuando me enteré de que lo habían secuestrado pensé en El Eternauta y su destino: el horror inexplicable en medio de la vida cotidiana”, recordó Salas.

Durante el juicio a los represores de El Vesubio, en 2010, Ana María Di Salvo, una ex detenida de ese centro durante la dictadura, recordó que Oesterheld fue obligado por el coronel Pedro Durán Sáenz a escribir y dibujar una tira sobre la vida del general José de San Martín.

"Oesterheld estaba muy golpeado, sobre todo en la cabeza”, recordó Di Salvo, que precisó que al historietista se lo veía trabajar en el comedor de la jefatura, donde permanecía habitualmente Durán Sáenz, entonces mayor y jefe de inteligencia del Vesubio.

El año pasado, finalmente, El Eternauta quedó huérfano con la muerte de Francisco Solano López, quien le puso rostro al "héroe colectivo", que revive cada vez que un lector vuelve a leer la invasión extraterrestre a Buenos Aires.
Mariana Menzulio

sábado, 21 de abril de 2012

Homenaje a los 20 ex alumnos desaparecidos del Colegio Hipólito Vieytes

Una forma de recordarlos a todos
Una placa al pie del mástil de la bandera recuerda desde ayer a los veinte ex alumnos desaparecidos del Vieytes.

El acto de ayer en el patio del colegio Hipólito Vieytes, una iniciativa de la promoción 71.
Pasaron más de tres décadas desde que los sueños que transitaban a pasos agigantados veinte estudiantes de la escuela Hipólito Vieytes les fueron arrebatados. Ayer se hicieron presentes otra vez en el mismo colegio, en la memoria de sus compañeros de curso, amigos y familiares, quienes decidieron recordarlos, en un acto de reparación histórica, con la colocación de una placa de homenaje. Son los ex alumnos de esa escuela que fueron desaparecidos y asesinados por el terrorismo de Estado en diferentes épocas del país.

Por iniciativa de la promoción 1971 del Vieytes, el patio del lugar se convirtió en el sector de los recuerdos de la escuela, donde una placa añadida sobre la base del mástil que iza la bandera es la huella imborrable de 20 chicos que no pudieron forjar el camino que añoraban, “en una de las épocas más oscuras de la historia política argentina”, tal como expresó en el inicio del acto, Hugo Soriani, ex alumno de la escuela e impulsor de esta iniciativa.
“Este encuentro es muy importante porque contribuye a la memoria”, dijo Taty Almeida, referente de las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora.
“No hay que olvidar a estos 20 chicos y a los 30 mil desaparecidos que nos llevó la dictadura. Cuando algunos dicen ‘por algo será’, nosotras decimos con mucho orgullo: los 30 mil que están detenidos-desaparecidos no lo están por perejiles, ellos asumieron un compromiso social y así los vamos a recordar”, consideró.

Luego fue el turno de Buscarita Roa, de Abuelas de Plaza de Mayo, quien señaló: “Es un orgullo poder estar acá recordando a los desaparecidos de este colegio. Es el puntapié inicial para recordar a otros jóvenes que también pasaron por la misma y horrorosa situación”.
Del acto también participó el ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni, que muy conmovido subió al improvisado escenario desplegado a un costado de la placa descubierta y afirmó que “este tipo de actos recordatorios son encuentros por la justicia, por el recuerdo a queridos compañeros que fueron arrebatados por la dictadura”. “No puede crecer una institución con amnesia del pasado. Es un trabajo que no tiene pausa ni tiene fin y toda la sociedad debe trabajar por la memoria”, señaló luego Sileoni a este diario. “Estamos festejando la democracia y asombra que algunos se desvelen en medio de la noche en esta democracia, cuando todos estábamos desvelados en aquel horror cuando arriaban a nuestros compañeros para la muerte”, sintetizó el responsable de la cartera educativa.

Luego se leyó la nómina de los 20 nombres de los estudiantes desaparecidos del Vieytes, y todos los concurrentes respondieron a la lectura de cada uno de ellos gritando “presente”.
Entre los nombres que forman parte de la placa se encuentra Felipe Vallese, delegado metalúrgico y militante de la Junta Peronista, quien fue el primer secuestrado en mayo de 1962, durante el gobierno de facto de José María Guido, y luego desaparecido. Su hijo Felipe lo evocó: “El dolor de no contar con un ser querido lo vamos a llevar hasta el último día de nuestras vidas. Cuando mi viejo desapareció yo tenía tres años, no tuve la posibilidad de crecer a su lado y destruyeron mi vida y la de toda mi familia”, indicó.

En tanto, la directora de la escuela Hipólito Vieytes, Olga Bernio, felicitó a la comisión de ex alumnos por ser los promotores de esta iniciativa, y afirmó que “hay momentos en los que como sociedad hay que detenerse a pensar, a observar lo que fue, lo que es, para proyectarse en lo que será”.

Del acto de homenaje a los estudiantes desaparecidos en la escuela Vieytes también participaron Horacio Pietragalla, diputado nacional y nieto recuperado; Juan Cabandié, legislador porteño y también nieto recuperado; Marta Vásquez, referente de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora; y representantes de la Secretaría de Derechos Humanos de la Ciudad de Buenos Aires. Además, se hicieron presentes los cursos superiores de la escuela, así como docentes, ex alumnos, familiares de los desaparecidos y vecinos de la institución.
El arte también formó parte de este homenaje. Por impulso del artista plástico Jorge González Perrini, la imagen de un rostro femenino sin nombre se encontraba en un bastidor, al lado de la placa recordatoria, con la idea de que los presentes hicieran su propia inscripción simbólica durante este mismo acto. Con una simple palabra, mensaje o deseo alusivo a la temática sobre un papel autoadhesivo y luego pegándola sobre la imagen desconocida, podían completar la obra.

El encuentro fue cerrado por el músico Raúl Porchetto, quien interpretó canciones de su autoría –“Reina Madre” y “Algo de paz”.. y el clásico de Norberto “Pappo” Napolitano, “Juntos a la par”.

Informe: Sabrina Améndola.

jueves, 19 de abril de 2012

Fueron identificados los restos de cinco desaparecidos

La Cámara Federal confirmó el hallazgo en los cementerios bonaerenses de San Martín, Boulogne, Escobar y Villegas de los restos de Néstor Zuppa, Lidia del Carmen Soto, Patricia Dillon, Carlos Jorge Williams y José Tomanelli, por cuyo secuestro fue condenado el excomisario Luis Abelardo Patti. Los resultados del cotejo de ADN de esos cuerpos enterrados como NN -rescatados por la labor del Equipo Argentino de Antropología Forense- "fueron concluyentes" y servirán como prueba para las investigaciones por crímenes de lesa humanidad contra sus captores y asesinos.

De acuerdo con la información suministrada por la Justicia, Néstor Zuppa era empleado administrativo en la Universidad de La Plata y fue secuestrado el 24 de noviembre de 1976 a los 32 años, junto a su esposa Irene Scala, cuyos restos ya habían sido se identificados en 2011. En tanto, Lidia del Carmen Soto tenía 20 años, era de Chubut y fue secuestrada el 9 de diciembre del mismo año en La Plata, donde estudiaba la carrera de Ingeniería. Ambos cuerpos habían sido enterrados como NN en el cementerio municipal de General San Martín, luego de que sus cuerpos fueran encontrados en febrero de 1977 en la localidad bonaerense de Ciudadela.

En cuanto a Patricia Dillon tenía 22 años, estudiaba Letras, era empleada en la sucursal Berisso del Banco Provincia y fue secuestrada el 7 de diciembre de 1976, también en La Plata junto a su esposo Luis Ciancio, cuyos restos se habían identificado en 2009. Luego de ser asesinada, fue enterrada junto a otros seis cuerpos encontrados en diciembre de 1976 en Salguero y Panamericana, localidad bonaerense de Boulogne, en cuyo cementerio municipal se encontraron los restos.

Por su parte, Tomanelli era venezolano y tenía 22 años en marzo de 1976, cuando fue secuestrado. Su cuerpo se encontró el 2 de abril de ese año junto a otros tres cadáveres baleados y quemados en un paraje rural del Camino Río Luján, en un hecho por el que fue condenado a prisión perpetua Luis Patti, quien era policía bonaerense en la dictadura. La víctima estuvo secuestrada y privada de su libertad la comisaría de Escobar junto a los ya identificados Gastón Gonçalvez y Tilo Wenner.

Por último, se identificó también a Carlos Williams, estudiante de Arquitectura, secuestrado también en La Plata el 17 de diciembre de 1976 cuando tenía 25 años y encontrado muerto junto a otras nueve víctimas de la represión en La Matanza.

viernes, 13 de abril de 2012

Inauguran un mosaico por la memoria de Carlos Alaye

Será en Ensenada en memoria del hijo de la madre de Plaza de Mayo, Adelina de Alaye, y participará su amigo, el músico Gustavo Santaolalla.

El mosaico por la memoria de Carlos Alaye

Un nuevo mosaico por la memoria será inaugurado en Ensenada el domingo en homenaje a Carlos Esteban Alaye, secuestrado en la dictadura cívico militar en esa localidad y desaparecido desde el 5 de mayo de 1977. 
Del evento participará su amigo, el músico Gustavo Santaolalla.

Se trata del tercer Mosaico por la Memoria que será inaugurado el domingo a las 11 en Camino Mosconi entre Joaquín V. Gonzáles y José Ingenieros del barrio Mosconi (junto a la Escuela Nº 13), en un evento organizado por las organizaciones El Rancho Urutaú y Allegro ma non troppo.

Carlos tenía 21 años cuando fue secuestrado en la esquina de Bossinga y México cuando volvía del trabajo. Estaba casado con Inés Ramos quien estaba embarazada y su hija nació después de su desaparición. Era estudiante de psicología, obrero metalúrgico, delegado gremial y militante de Montoneros.

Fue capturado herido porque intentó escapar y fue visto en el centro clandestino de detención de Olmos, conocido como La Cacha.

Su mamá, Adelina Dematti de Alaye, integra las Madres de Plaza de Mayo.

jueves, 12 de abril de 2012

Pileta de natación "Gregorio Sember"

Un justo homenaje

Por Gustavo Veiga

Silvio Sember, el hermano mayor del homenajeado, no esperaba semejante reconocimiento.  Desde ayer, la pileta de natación del Instituto especial docente Emilia y Manuel Patiño de Lomas de Zamora lleva el nombre de Gregorio “Guyo” Sember, un profesor de educación física y deportista desaparecido, cuatro años menor que él.

“Este homenaje hubiera sido impensado hace unos años. Por eso quedé impactado. Indica que todo cambió con los juicios contra la impunidad. Guyo era un pibe de barrio, un justiciero, alguien con una gran sensibilidad social”, dijo Sember durante el acto.

A Sember, como a miles de jóvenes víctimas del terrorismo de Estado, lo secuestraron en el barrio de Colegiales el 30 de mayo de 1976. Tenía 23 años y el grupo de tareas que invadió su casa se lo llevó por “averiguación de antecedentes”, como les dijeron a sus padres. Guyo estuvo apenas un par de días en la Superintendencia de Seguridad Federal, aunque después su rastro se perdió para siempre. Nadie que sobrevivió a los centros clandestinos de detención pudo aportar datos.

Silvio viajó desde Barcelona –donde reside– para acompañar el homenaje. Su familia, asentada en Temperley, participaba en el Ateneo Israelita Argentino (AIA) de Lomas. Guyo integró su equipo de nadadores y se distinguió entre quienes competían en la Federación Sureña de Natación, donde ganó varios premios.

Al momento de su desaparición, Guyo trabajaba en el proyecto de un libro sobre educación física infantil. Una pileta como las que él tanto disfrutó ahora llevará su nombre. Es un acto de merecida justicia a su memoria.

Identifican los restos de Ana Teresa Diego, en cuya memoria se nombró un asteroide

“Es como que está otra vez en la familia”

Zaida Franz, la madre de la joven desaparecida y miembro fundadora de Madres de Plaza de Mayo, habló sobre el significado de la identificación. La joven había sido enterrada en una fosa común del cementerio de Avellaneda.

 Por Diego Martínez

El Equipo Argentino de Antropología Forense identificó los restos de Ana Teresa Diego, la militante comunista y estudiante de astronomía desaparecida durante la dictadura en cuya memoria se denominó Anadiego a un asteroide descubierto por un científico argentino. El cuerpo de la joven, secuestrada a los 21 años en La Plata, en septiembre de 1976, y vista por última vez en un centro clandestino del Circuito Camps, había sido enterrado en una fosa común del cementerio de Avellaneda. La noticia de la identificación “llena de luz un vacío, es como que está otra vez en la familia, la sentimos profundamente con nosotros”, explicó a Página/12 su mamá, Zaida Franz, viuda de Diego, miembro fundadora de Madres de Plaza de Mayo, que con 84 años no baja los brazos: “Ahora falta la justicia, una sentencia, y avanzar con los cómplices civiles, ya que ningún golpe de Estado en la Argentina fue solamente obra de los militares”.

Ana Diego nació el 5 de noviembre de 1954 en Bahía Blanca. En 1976 cursaba el tercer año del doctorado en astronomía en la Escuela Superior de Astronomía y Geofísica de la Universidad Nacional de La Plata. Militaba en la Federación Juvenil Comunista. En 1975 había fallecido su padre, Antonio Diego, matemático de la Universidad Nacional del Sur, a quien militantes de la época recuerdan como “uno de los primeros profesores con los que pudo contar el movimiento estudiantil bahiense”. “Tenían mucha afinidad, se parecían mucho: gente abierta, transparente, que decía lo que sentía. Eso le costó que se la llevaran”, apunta Zaida, que participó en Bahía Blanca de las primeras reuniones de familiares de desaparecidos y en La Plata de las primeras marchas de Madres.

Ana fue secuestrada al mediodía del 30 de septiembre de 1976, al salir de la facultad, por una patota de represores de civil que se movilizaba en dos Fiat sin patente. “Nos saludamos, me pidió la hora y en ese momento nos encapucharon y nos metieron adentro de un auto”, declaró Carlos Schultz en febrero, en el primer juicio a los subordinados del general Ramón Camps. Ana alcanzó a gritar su nombre antes de que se la llevaran. Los represores destrozaron y vaciaron luego el departamento que alquilaba. Ana fue vista en dos centros clandestinos: Pozo de Arana y Brigada de Quilmes. “Estábamos todos encapuchados, acostados o sentados contra una pared”, contó Schultz. En febrero de 1977, Zaida supo que Ana estaba en la Brigada de Quilmes. Se presentó, pero le negaron que estuviera allí. “Anita era muy dulce, muy especial”, la recordó Nora Ungaro, compañera de militancia y de cautiverio. “Compartíamos muchas cosas. Anita recordaba con gran cariño a su padre”, apuntó en 2000 en el Juicio de la Verdad. “Por el miedo nos acomodamos cabeza con cabeza, nos hablábamos al oído y cantábamos canciones de la Guerra Civil Española”, recordó en el juicio oral.

El último 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos, la Unión Astronómica Internacional bautizó a un asteroide con el nombre Anadiego. “Hoy Dilma (Rousseff) ocupa el sillón de uno de los países más importantes del mundo, a lo mejor esta joven pudo haber estado sentada en el mismo lugar”, reflexionó entonces la presidenta Cristina Fernández. “Tener un desaparecido en la familia es como tener un vacío, un eslabón que falta aunque uno a veces se haga el distraído”, confiesa Zaida. “Saber que encontraron los restos llena de luz ese vacío, es como que está otra vez en la familia, la sentimos profundamente con nosotros.”

viernes, 6 de abril de 2012

En memoria de Watu

La Universidad Nacional del Sur (UNS) homenajeó al dirigente de la Federación Juvenil Comunista y de la Federación Universitaria del Sur, David “Watu” Cilleruelo, asesinado a los 23 años en los pasillos de la UNS, en un operativo vinculado a la Triple A. 

El hecho ocurrió el 3 de abril de 1975, cuando la institución estaba bajo el amparo del rector interventor Remus Tetu. Durante la ceremonia, realizada el martes pasado, amigos y ex compañeros de Cilleruelo descubrieron una imagen y una placa en el mismo edificio en donde el estudiante fue asesinado. 

La imagen de Watu fue realizada mediante la colocación de cuadrículas hechas por el grupo Arte Memoria Colectivo. También se inició la campaña “Justicia por Watu”, que consiste en la recolección de firmas para presentar ante el Consejo Superior de la universidad y pedir que la UNS se presente como querellante del caso.