jueves, 3 de septiembre de 2015

Falleció Pepa Noia, Madre de Plaza de Mayo,

LA HISTORIA DE PEPA

Josefina García, Pepa, nació en 1921. A los veinte años de edad, se casó con Juan Carlos Noia, con quien tuvo cuatro hijos. El 13 de octubre de 1976, su hija María Lourdes fue secuestrada junto con su marido. A partir de ese momento, Pepa cambió su rutina y se dedicó exclusivamente a la búsqueda de su hija.

“Yo me llamo Josefina García, pero todos me dicen Pepa. Noia es el apellido de mi marido. Tuve 4 hijos: mi hija la mayor Alicia, que está en Australia, Daniel que estaba en Australia y falleció hace 6 años, Margarita que es secretaria de Derechos Humanos de la CTA y María Lourdes que está desaparecida. Además, tengo muchos, muchos nietos, tanto acá como en Australia.Mi hijo Daniel en 1976 se fue a vivir a Australia porque lo mandó la Ford, donde trabajaba. Como estaba muy bien, llamó a todas sus hermanas para que vayan allá. Mi hija la mayor se fue. Pero María Lourdes no quiso y dijo “No, si todos nos vamos, qué va a ser del país”. Alicia se fue el 3 de octubre de 1976, y a María Lourdes la secuestraron diez días después, el 13 de octubre”.

En 1976, María Lourdes, la tercer hija de Pepa y Juan Carlos, estaba casada con Enrique Mazzadra con quien tenía un hijo, Pablo, de 18 meses. Pepa cuidaba a su nieto los días martes y fue precisamente un martes el último día que vio a su hija. “Los días martes ella venía a casa y me dejaba al nene. Se quedaba a comer y después iba a la facultad, a dar clase. Era una costumbre y yo le hacía bife a la criolla los martes. Y un día me dice ella: “no me hagas más bife a la criolla, cambiáme el menú”, yo le digo: “Tenés razón”. Cuando ella se va, yo me quedo con el nene. Al otro día se la llevaron. Ésa fue la última vez que hablé con ella. Nosotros sabíamos lo que estaba pasando porque Lourdes nos contaba lo que pasaba con alguno de sus compañeros… Después no la vi más”.

Lourdes era una joven comprometida con su tiempo. Trabajaba como psicóloga y docente y tenía una militancia que demostraba su búsqueda por un mundo más justo y solidario. Fueron éstos, los mismos ideales que los militares repudiaban y pretendieron extinguir.Durante el operativo, fueron secuestrados Lourdes y su esposo Quique. Pablo, su hijo, fue entregado a una vecina. Quique fue liberado al poco tiempo, mientras que Lourdes aún permanece desaparecida.

“En el departamento de Lourdes quedó todo tirado por todos lados. Cuando el cerrajero abre la puerta, lo primero que dice es: “¿Qué pasó acá?”. Me cambió la cerradura, pero no le gustó nada. Estando Lourdes, ellos vieron todos los libros que había. Una mamá agarró los libros, los empaquetó y los tiró en el río. Después me decía: “¡Qué pena, cada vez que me acuerdo de los libros que tiré al río!. Podría haberlos guardado en algún lado”. Lo único que pusieron arriba de la mesa fue el cuadro de Perón y Evita. Se llevaron a ella y a él también pero al nene, no. Yo pienso que debía ser un grupo de tareas nuevo porque si no se lo hubieran llevado. Se lo dejaron a la vecina. A Quique lo largaron un tiempito después. A ella no".

Con la entereza y el valor que caracteriza a las Madres, Pepa dio inicio a su búsqueda, que aún continúa. “Nunca, nunca, van a decir: “la vimos llorar a Pepa”. Yo lloraba cuando salía a la calle. Cuando iba en los colectivos, me sentaba a fumar y lloraba. Cuando iba a los ministerios decía: “no hay que mostrarles el dolor que uno tiene”. Ni bien salía, lloraba como una desgraciada todo el camino. Delante de ellos no. Jamás".

EL RECUERDO DE MARÍA LOURDES

Pepa recuerda a su hija con la ternura y la emoción de todas las madres. Lourdes nació el 21 de noviembre de 1946 en la Ciudad de Buenos Aires. Así relata algunas anécdotas de la infancia y adolescencia de María Lourdes, a partir de las preguntas de los chicos de las escuelas:“Lourdes se llamó así porque en esa época yo iba mucho a la iglesia de Lourdes y pensaba: “cuando tenga a la nena le voy a poner Lourdes”.

¿Cómo era María Lourdes de chiquita?

Por empezar, ella era hincha de River. A ella le gustaba salir con las chicas, le gustaban los gatos. De más grande, le gustaba ir a las peñas. Iban a la iglesia en las que había peñas a la nochecita. Mis hijos eran buenos chicos. Pero María Lourdes me daba trabajo en la escuela. Un día me dijeron que la mande al psicólogo. Ella tenía 7 años y la psicóloga me dijo: “señora, la felicito usted tiene una hija que es toda una intelectual”. Cuando terminó la escuela me acuerdo que era la mejor amiga de todas, la mejor alumna … ¡Y pensar que yo mil veces fui a hablar con la maestra por ella! Porque era así, pero era muy inteligente Lourdes.

¿Lourdes era de compartir con sus compañeros, en sus fiestas de cumpleaños en su casa?

A Lourdes la querían todos, tenía muchos amigos. Cuando eran chicos no iban a ningún lado y después, cuando empezaron las peñas, ahí sí. Lourdes iba a las peñas de la Iglesia con Alicia. Una vez, ya más de grande, fue a un baile de primavera con unas amigas. Iban a elegir a la reina de la primavera. Y las llevaron a Lourdes y a Alicia. Estaba todo arreglado para que saliera princesa la hija de la señora de la casa. Pero salió Lourdes, la eligieron a ella. ¡Nunca más las miró esa señora! Porque el premio tenía que ser para su hija. Cuando llegaron a la mañana…¡Yo me quería morir!¡Lourdes con la banda puesta, y un cheque de 500 pesos! Y nunca más las invitaron a ninguna de las dos. La eligieron porque Lourdes era rubia de ojos azules. Ya de chiquita, desde que nació, tenía una piel muy especial. Me acuerdo que todos decían “¡pero mirá la piel que tiene esta nena!”, y la llevaban por ahí para mostrarla. Cuando eran más grandes, la casa donde vivíamos tenía un patio grande, largo, y hacían bailes ahí, como se usaba en aquellos tiempos. Venían los chicos, los amigos, y bailaban. Y después también recolectaban plata para los chicos pobres. Siempre andaban así.

¿A qué colegio iba en la secundaria? ¿Le gustaba estudiar?

Ella iba al liceo de señoritas de la calle Santa Fe. Un día iban a echar al rector y ella organizó salir a la calle y pelear para que no lo echen. Yo cuando supe que estaban en la calle fui volando a ver qué pasaba. ¡Me quería morir! Y no lo echaron al rector… Pero todo el colegio salió a la calle. Además, ella tuvo escarlatina cuando estaba a mitad de año y le quedaban pocos días para quedarse libre. Pero al final, como era buena alumna la dejaron continuar. El primer año lo terminó bien. Después dio libre segundo año. Pasó a tercer año y lo dio bien. Cuarto año lo hizo libre, y el quinto año lo hizo normal. Y estudió el ingreso a la facultad. Había que pagarle a una profesora, yo la llevaba a Devoto. Y así fue que a los 16 años entró a la facultad. A ella le gustaba estudiar. Después, también trabajó en una librería. Cuando se casó, terminó la carrera de Psicología. Estando casada, iba y venía. Por la noche iba a estudiar.

Fue así como siendo muy joven, Lourdes mostraba ser una adolescente que defendía sus ideas con una capacidad e inteligencia poco habitual para los chicos de su edad. En tres años cursó el secundario y con tan sólo 16 años ya era una estudiante universitaria. Para comienzos de los ‘70 Lourdes ya se había recibido de Psicóloga y además de abrir su consultorio compartido con otros dos compañeros, comenzó a trabajar en el ‘73 en DINEA (Dirección Nacional de Educación para Adultos). También daba clases en la Universidad de Morón en la Carrera de Turismo. En 1974, nació Pablo, su hijo. María Lourdes tenía tiempo para todo: el trabajo, la familia y la militancia.

LA LUCHA CON LAS MADRES

María Lourdes es secuestrada junto a su marido el 13 de octubre de 1976. Tenía casi 30 años y un bebé de 18 meses. Al día siguiente de ocurrida la desaparición de María Lourdes, Pepa recibe la noticia e inmediatamente inicia su búsqueda.

“Me vinieron a avisar a la mañana. Vino la mamá del marido de Margarita, mi hija menor. Se para en la cocina, me mira y me dice: “Pepa, yo te lo tengo que decir”. Yo la agarro y la miro. Me dice: “anoche se llevaron a María Lourdes”. Durante mucho tiempo yo sentí como si la señora esa tuviera la culpa de que se llevaran a Lourdes. Yo la veía así. Luego, me cambié, me fui y no paré más. Fui a la comisaría porque era algo muy serio. Estaba en la puerta el que cuidaba y preguntaba: “¿Qué busca, qué quiere?” y me daba una rabia... “Busco al oficial”, le decía, pero ellos querían saber. Me tocó un oficial bueno dentro de todas sus cosas. Me contó que tenía que hacer un habeas corpus y le pregunto qué es eso. Me dice: “Yo se lo voy a hacer”. “Usted esto lo hace y pone lo que sabe que pasó con su hija, pero por favor no le diga nada a nadie".Y así fue".

Pepa, como todas las madres, comenzó la búsqueda en soledad y poco a poco se fue encontrando con otras madres que, como ella, intentaban averiguar el paradero de sus hijos. Ella fue una de las primeras catorce mujeres que recorrió la Plaza de Mayo aquel 30 de abril de 1977.

“Estando en la Iglesia Stella Maris, una señora se para en medio del pasillo largo que había y –pese a que estaban los guardias pidiendo los documentos- dice: “Señoras, señores, nosotros lo que tenemos que hacer es ir a Plaza de Mayo a reclamar por nuestros hijos como hicieron nuestros mayores”. Ella siguió hablando pero yo no escuché más. Un señor buscó una fecha y eligió el 30 de abril, no nos dimos cuenta de que era sábado… ¡no había un alma! Nadie, pero se eligió así”.
La primera "ronda" en la Plaza de Mayo. "Yo llegué muy tempranito, dos horas antes de la hora que acordamos. No había podido dormir en toda la noche. Fui a la plaza, no había un alma. Eran las palomas y yo. Al ratito llegaron las otras mamás. Había una chica que no quiso dar el nombre. Después dijimos: “Vamos el viernes” y así empezamos a ir los viernes. Ya vino un poquito más de gente y así fue aumentando. Había una mamá que se llamaba Nora que dijo: “¿Por qué no venimos los jueves? El viernes es día de brujas". Y quedó los días jueves. Empezamos a dar las vueltas porque no podíamos quedarnos quietas, los policías nos hacía caminar".

La traición de Astiz. “En el mes de octubre del ‘77 apareció Astiz. Decía que tenía un hermano y que la madre estaba muy enferma, por eso venía a la plaza. Azucena Villaflor lo cuidaba como si fuera el hijo, le decía: “No vengas, es peligroso. Vos decime dónde te llamo, cuando hay que firmar algo te aviso". Pero venía igual. Y así se quedó. No se me borra su imagen: con una chomba blanca, de media manguita, parecía un pibe jovencito, haciéndose el don Juan. Él siempre iba atrás de Azucena. El 8 de diciembre secuestran a las madres de la Iglesia Santa Cruz y el 10 van a Sarandí a buscar a Azucena. Mucho después aparecieron los cuerpos de las Madres en General Lavalle. ¡Qué cosa rara! Las tiraron del avión y aparecieron juntas las tres mamás, entre ellas Azucena. Al tirarlo en el mar un cuerpo puede ir para acá, el otro para allá, pero estaban juntas, todos los cuerpos juntos en la playa"

El pañuelo blanco. "En el ´78 íbamos a ir a Luján, nunca habíamos salido tan lejos y dijimos: “¿Cómo nos vamos a reconocer?”. Una de las Madres propuso que nos pusiéramos un pañal en la cabeza para encontrarnos. Después ya nos quedamos con los pañuelos".

Las marchas en tiempos de Dictadura. "En la época de la dictadura íbamos a la Plaza y nos corría la Policía. Después empezamos a juntarnos y éramos tantas que ya los vigilantes hablaban con nosotras. Uno nos dijo un día: “Cada vez que vienen los jueves me da una bronca, porque yo no entré a la policía para correr mujeres”. Las madres nos reíamos por el fastidio que les daba todo eso. A la semana siguiente, vuelta otra vez a empezar. Así era la cosa, no era tan fácil. La primera vez que llevaron presas a las Madres, creo que llenaron cinco colectivos de la línea 60. ¡En cuántas cosas hemos andado las madres, escapando, corriendo!...".


Sobre la importancia histórica que adquirieron las Madres en la Plaza de Mayo, Pepa afirma: “A mi modo de ver, la Plaza es de las Madres. Y es de los desaparecidos. Hasta qué punto será de las Madres que los restos de Azucena (Villaflor) fueron cremados y sus cenizas fueron esparcidas allí, por voluntad de su hija”.

El último recuerdo...
"El último recuerdo que tengo de Lourdes es cuando un día ella se iba a la universidad. Le dije: “Cuídate, nena” y ella me respondió: “Sí, mami, sí. Estate tranquila". No se me olvida nunca su última frase: “Estate tranquila”. ¿Quién iba a decir? Nunca soñé que iba a pasar eso. Nunca pensé que me iba a pasar una cosa así, a mí y a todas las Madres".